Discapacidad social, esta frase es cercana a un cliché; en cualquier foro, grupo de Facebook, centro de rehabilitación, le dirán que la discapacidad la hace la pésima infraestructura en las ciudades y hogares. Pero no quiero tratar esta obviedad, mas jocoso es enfocarse en el “personal”.
Tengo el convencimiento que una discapacidad tiene el mismo manejo o proceso que un luto (no aplica para discapacidades de nacimiento, pues hacerle duelo a lo que nunca se tuvo es diferente), permítame explicar; cuando su primo, madre, esposo fallece, las reacciones básicas son:
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¿Por qué a mí esto?, ¡soy una buena persona!
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No, esto no esta pasando, debe ser un mal sueño
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¿Qué estoy pagando?
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¡No puedo con esto, me quiero morir!
En mayor o menor medida las etapas pueden variar y ser diferentes según la persona, pero básicamente son lo mismo. El asunto es que afortunadamente no son sentimientos vitalicios (a no ser que padezca usted con una patología previa o algún trauma que lo haga difícil de superar). Al paso de quizás dos años ya debería ser tema superado (seguramente muchos años después puede usted llorar cuando se acuerde de la persona en un día especial o con algunos «Wiskis”.
Con una discapacidad es exactamente igual, recién usted sufre la lesión o el episodio, va a hacer transito por las mismas etapas; negación, lamentación y demás. Pero nuevamente el tiempo hace su trabajo. A que voy: usted jamás (creo yo) le diría a un conocido que perdió a la esposa hace cinco años: “Animo, la vida sigue, vamos para adelante, yo se que es duro” con relación a su perdida pasada. Esta persona lo miraría probablemente con asombro y lo vería a usted como loco. Otro ejemplo: una amiga suya perdió a su madre hace ocho años, y en una reunión social usted la aborda diciéndole “Tranquila esto va a pasar” o, “hay que seguir adelante”. La cara de ella con seguridad va a ser WTF.
Porque si la sociedad no se comportaría así con cualquier “cristiano”, ¿si expresan su “solidaridad” vitalicia con personas en condición de discapacidad? Este “apoyo” es bien recibido inclusive hasta dos años después de accionada la discapacidad, pero posteriormente “chilla” ser complaciente.
Permítaseme un ejemplo cercano que expongo tal cual me fue enviado; Yo lloro por que pasa una mosca, y desde que tengo memoria los treinta y uno de diciembre son días emocionales, tengo once años de casado y en todos y cada uno de esos días recuerdo llorar abrazando a mi esposa ante la inminencia del año que termina.
Con la lesión (lesión medular) tengo cuatro años, y si, los primero dos años fueron los típicos, pero el tema ya esta superado. El treinta y uno de diciembre dos mil diez y nueve reunido en familia en nuestra casa vacacional paso lo inevitable; abrase a mi esposa y lloré, lo gracioso vino después cuando abrase al esposo de mi suegra y soltó el: “Animo, yo se que es duro”. Me pregunte yo; ¿Qué es duro?, ¿el final de año?, ¿el pedazo de carne que masticaba? Quede desubicado hasta que hablando con mi esposa entendimos que él, hace parte de ese selecto grupo de “complacientes”. En nuestra familia hay un “tío” al que por un accidente con una moledora le falta parte de un brazo, tiene algo más de sesenta años y el accidente fue en su infancia, estoy esperando la coyuntura para recomendarle al esposo de mi suegra que por favor, no deje de “apoyar” al “tío” en su perdida… después de todo si se le sale un “vamos pa’ lante” me muero por ver la reacción del “tío”.
La discapacidad es diferente para cada persona, no imagino lo duro que debe ser para un deportista de alto rendimiento, un “cotero” de abastos, un maestro de obra, que dependen enteramente de su movilidad para ejercer su trabajo, y hay que detallar que hay varios niveles de discapacidad (estamos hablando de discapacidad fisica, referente a lesión medular) , no todos tienen el mismo nivel de movilidad, inclusive lamentablemente hay personas que carecen de casi el total de movilidad de su cuerpo, afortunadamente no es mi caso. He tenido la fortuna de ser una persona que trabaja en diseño y sistemas y desde siempre prefiero estar detrás de un computador que en la calle. Soy enemigo del “amiguismo”. Recuerdo de novio con mi esposa las discusiones porque ella quería ir de visita acá y allá, y yo, no gracias… quedémonos en el apartamento arrunchados. Desde esa época e inclusive ante de conocer a mi esposa, tenia en mi apartamento adaptada una habitación como oficina, y solo salía para almorzar (en una era sin Rappi). Y hoy con discapacidad abordo, creo que salimos más que antes, pues todos los fines de semana mi esposa nos planilla para almorzar afuera, y (antes de la pandemia) cada mes un fin de semana “obligatorio” en nuestra casa vacacional.
Casi termino sin citar el caso de mi odontólogo; cada cita que tengo, me pregunta si ya estoy reuniéndome con personas con movilidad reducida en Handbike, que yo debería intentarlo, que el conoce a varios y los admira. Le respondí yo; muy amablemente, que mi tiempo lo destino a mi familia y trabajo, que, por el hecho de tener movilidad reducida, no debo automáticamente estar en reuniones, foros y grupos de apoyo. Esto como lo mencione anteriormente esta bien en la etapa inicial del “duelo”. Hoy día no voy a cambiar un segundo de tiempo con mi esposa e hijas por nada. Valga aclarar que no pretendo criticar a quien practique estos deportes, reuniones… simplemente no son para mí.
Para rematar entonces, traigo a colación de vuelta la frase de apertura; “discapacidad social”, si, de primera mano tengo la sospecha que, su familia, sus conocidos padecen algunos, no todos, de esta discapacidad, pareciecen sufren ellos «socialmente» mas que usted por su condición, En mi caso, hoy mas que nunca estoy creciendo familiar y laboralmente, y quiero ser claro, de tener y no tener la discapacidad, mil a uno prefiero no tenerla, concientemente jamás la eligiera. No voy a decir que es una «prueba de dios» o que «dios da las batallas más difíciles a sus mejores soldados»,no, ni héroes ni campeones de vida, aprendemos a vivir con y sin, nada más, los únicos guerreros que conozco son los romanos y los de uno que otro «reality», proclamarse o ser proclamado como «guerrero», solo denota una complacencia que en nada sirve, cualquier persona promedio preferiría un trato regular. Todas y cada una de las personas en este planeta, ha experimentado un duelo en alguna etapa de su vida, entonces se nos iría la vida «sobandole» la espalda al vecino, primo, amigo y demás. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. He tenido la fortuna de conocer personas con discapacidad y una vida literalmente envidiable, así como personas sin esta que, están naufragando en su vida, y viceversa. La discapacidad no dice nada, así como la sociedad no debería tampoco quitar ni poner.😷