sin pretenciones… solo opniones

En política. en tiempos ya idos, era relativamente previsible la posición que tomara determinado personaje político en función de su partido político de preferencia. Sin ir muy lejos y para ser más didáctico, imaginemos un hincha del deportivo impediente Santa Fe, negociando con la barra de Millonarios, su asistencia y respaldo al equipo millonario, impensable. Hoy día es imposible en Colombia saber las convicciones legitimas de un político, al menos ante la opinión pública. Todo ahora obedece a intereses monetarios y de poder. Las convicciones son algo romántico y obsoleto, estos personajes saltan de un lado a otro como ratones en un mercado callejero. En Colombia, son básicamente dos posiciones a elegir en política (históricamente, pues a la fecha hay un abanico interminable de ofertas y colores), el partido liberal y el partido conservador. Ninguno de los dos necesita pistas sobre sus tendencias. Son contrastantes, al menos sobre el papel. Como en el ejemplo anterior de los hinchas, pensar que un liberal pase al partido conservador, nuevamente en teoría, es un sacrilegio. No resisten debate ni análisis ese tipo de volteretas.

Todo se ha diluido buscando los consensos, pues si bien se necesitan coincidencias para sacar adelante proyectos, se ha prostituido este concepto, ¿a dónde va el señor político? A dónde está el presupuesto y la mayoría. Es acá donde entra el protagonista de este triste relato, Cesar Gaviria. Fue presidente de Colombia por carambola, pues el cantado presidente en elecciones que iba a ser Luis Carlos Galán, fue asesinado y Gaviria, como segunda cara visible del partido de Galán (Liberal), heredo el cargo. Como diríamos en Colombia: «le salió la presidencia en un paquete de chitos»

En estas elecciones presidenciales (2022), Cesar Gaviria recibe por igual a Gustavo Petro como a Federico Gutierrez en su apartamento, escuchando ofertas. Evaluando quien le ofrece mas para endosar su respaldo. Recibiendo ofertas. Para ver con quien comparte cama el, y los que él cree representar. Es difícil pensar en un ejemplo de “contraste” entre posiciones políticas mas obvio. Gustavo Petro y Federico Gutierrez están en las estepas ideológicas, pero al buen remedo proxeneta eso no importa, importa es cuanto va a recibir como pago por su firma de apoyo.

Finalmente, este remedo de proxeneta, vendió su apoyo a Federico Gutierrez, que tiene de liberal, lo que tiene el mismo Cesar Gaviria de Liberal… solo el mote. Vergonzoso es, como este señor, convirtió en una especie de chequera personal a su partido político. Luis Carlos Galán debe ciertamente estar revolcándose en su tumba, al ver el manejo y en lo que convirtió Cesar Gaviria al partido liberal. No le gusta a usted Gustavo Petro, perfecto, no vote por él, pero si alguien se parece a Luis Carlos Galán hoy, es Gustavo Petro, o quizás no, quizás sea ¿Federico Gutierrez?

La coherencia es ya obsoleta, no importa actuar en función de la ideología política, o las convicciones. Importa es, como un mercader, cuanto voy a recibir y que debo hacer para recibirlo. Este nefasto personaje, demuestra con su accionar su pequenes política, si llego a tenerla. Desde siempre se movió en función de sus propios beneficios y los de su familia. Eso no es criticable, en un empresario… pero la política en esencia es para servir, no para lucrarse.

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